2 de julio de 2008

ESO TAMPOCO ME GUSTA

Karen es peluquera, de chiquita siempre fue muy coqueta, tenia el pelo corte carré pero se había colocado extensiones largas por la cintura color rojo que hacían juego con sus uña esculpidas larguisimas. Siempre se pinta la cara y todo el tiempo se retoca la mejilla derecha, como si nunca le quedara como ella quiere. Esta casada con Armando, el es plomero y solamente la vio sin maquillaje el día que le operaron los juanetes.
Ese día fue revelador para la pareja, ella actuó todo el tiempo como si nada nuevo o grave pasara, pero en realidad fue terrible para Armando verla así.
Sus amigos siempre habían visto a su mujer como un camión, y hoy el se daba cuenta que era un camión estrolado, tenia la cara arrugada como papiro egipcio, las patas de gallo se las pateaba y los labios parecían el culo de un mandril de por lo menos cien años, Armando no la pudo ver mas con los ojos de antes, verla toda maquillada era como ver la viva estafa de su vida marital, sentía que había vivido veinte años con una desconocida, con la cara de una desconocida.
Entonces se perdió en el alcohol, se dejo llevar por las drogas duras, no volvía a su casa, pasaban tres días y de Armando no se sabia nada, Karen lo buscaba por los puteríos del barrio y siempre lo traía pasado de todo, con la bragueta abierta y meado, era tremendo porque Karen no entendía que le había pasado a su esposo. Las clientas comentaban por lo bajo, elucubraban que en realidad era ella la que andaba con un amigo de él, y que él se había enterado, y que ella era una hija de puta que le cagaba la vida; pero cuando Karen entraba al salón nadie decía nada, todas le sonreían.
Para Armando la cosa era terrible, no podía vivir con la imagen del mandril, soñaba y tenia pesadillas en las cuales un podólogo reía a carcajadas y le cortaba las bolsas de los ojos a su mujer, y ella con sus ojitos ensangrentados le pedía que se la chupe, tremendo, pobre hombre no tenia paz.
Ella no entendía que había pasado, y comenzó a recapitular su vida, descubrió que todo su problema había empezado el día de la operación de juanetes, él no la iba a acompañar, pero a último momento decidió hacerlo, empezó a sospechar que alguien le había llenado la cabeza, pensó que Marta, la tarotista del barrio era cliente de Armando, y supuso que quizás había sido ella la que había hecho un trabajo para que su marido termine así. Tambien podria haberle dicho que ella y el podologo mantenian una relacion oculta, solo para cagarle el marido, todo por envidia porque Marta era separada.
Decidió investigar, pidió un turno en lo de Marta, y allá fue a encontrarse unos días mas tarde.
Mientras tanto Armando empezó a buscar una manera de suicidarse, no podía vivir mas así, cada vez que entraba en el baño para vomitar después de una noche de resaca veía la pupa en el lavabo y se quería cortar las venas con el espejito del rubor, comenzó a odiar al fabricante de Angel Face, Avon, Miss Ylang Maybelline, Natura y todas las marcas de cosméticos que iba encontrando a su paso, era tal la frustración y el engaño que llego a pensar en contratar a un abogado y hacerles juicios a todos por cómplices.
Marta le tiró las cartas, le dijo que veía la muerte alrededor de Armando, que él había descubierto algo terrible y que no quería vivir mas, pero que no veía trabajo alguno, que en realidad veía en él una gran decepción, le recomendó que trate de mostrarse alegre y que se arregle mucho , que no se deje estar por nada porque él admiraba su hermosura, y ese era el remedio para él, su amor y su belleza.
Le cobró treinta pesos y la mando a su casa, ella quedó satisfecha, sus sospechas no estaban fundadas en nada cierto, confió en Marta y le hizo caso.
Se fue tranquila, paso por la lencería de Marieta y se compro una tanga nueva, luego fue a la peluquería pero no abrió, se quedo allí y se hizo el brushing, se friso las extensiones y se maquillo los ojos de color azul eléctrico, los labios de un rojo carmín y los pómulos los levanto con rosado intenso, parecía Madonna, sonrió al ver el resultado, pensaba en Armando, su príncipe azul, ella lo había conquistado cuando eran muy jóvenes y hoy lo volvería a hacer.
Salió de la peluquería y recorrió las dos cuadras a paso rápido pero prudente, llevaba unos tacos altísimos y no quería trastabillar, cuando llegaba al edificio vió a la policía, las vecinas en ronda la miraban con descontento, se paralizo, y no pudo mas que correr para ver a su esposo moribundo en el piso de la entrada del edificio.
La miro y le hizo seña para que se acercara a él, solo dijo cuatro palabras a su oído, ESO TAMPOCO ME GUSTA.