14 de junio de 2013

EL HERRERO:

Cosía la malla, unía los puntos del hierro, que alquímicamente adoptaba una nueva forma, deformada, para amalgamarse con otro de su especie, y así creaba otra cosa.
Lo hacía mecánicamente, no había sorpresa en su actividad, como quien maneja un auto después de muchos años y ya no encuentra novedad en esto, mientras tanto repasaba cada momento de la noche anterior.
Decidió abrir su mundo a alguien a quien, siendo muy chico, le había robado el corazón. Se la cruzo, fue casual, no lo planeo, y no sabía con quien se iba a encontrar.
No recordaba mucho de su infancia, algo hacia que los registros de esa etapa hubieran sido vedados para él, a la manera de un electroshock que le robo los recuerdos para llevarlos a algún lugar donde ya no le provocaran dolor, ni enojo, ni anhelo, era como un hombre sin infancia, con pasado, pero sin infancia.
Ella era lúdica, fuego puro, en ella todo era verdad, no tenía miedo de decir lo que sentía, ponía todo en su lugar sin ataduras.
Había hecho la cena para ella, y ella había ido hasta él, los dos pactaron que nada pasaría, pero los dos sabían que morían porque algo pase.
Bailaban uno por detrás del otro con el halo que dejaba el calor de sus cuerpos, como si fuera solo eso lo que pudiera tocarlos, el pasaba por detrás de ella en la cocina y miraba su cuello, ella sentía los ojos de él en el lóbulo de su oreja, luego ella le pidió que apagara la televisión, y en ese momento el mundo se detuvo para él, y sintió que nadie existía, excepto ellos en ese instante detenido.
Había sido una noche extraña y maravillosa, y allí estaba él, tejiendo una malla para el canil de doña Tita.
Entonces sonó su teléfono; era ella, un día después, un momento antes de que él lo tomara para escribir cualquier cosa, no importaba que, solo para saber si compartían lo mismo, el mismo sentimiento. Era ella y su pecho se lleno de satisfacción.
Proponía que así como él la había invitado a su casa a cenar, le había cocinado y había sido tan grato anfitrión, hoy ella seria la que le cocinaría, le pedía que le diga que le gustaba, cuál era su plato preferido.
El era vegetariano, por problemas de salud había dejado de comer carne, le había hecho más que bien, y algo que parecía pasajero termino siendo permanente. Es fácil invitar a cenar a alguien que no come carne, pensaba él, sin embargo es difícil lucirse en la cocina con algo suculento si no hay carne, pensaba ella. Hay algo de la carne que lo vuelve animal, sexual y sensual. Era muy buena cocinera, podía hacerle cualquier cosa que el deseara, sin embargo esperaba que le pidiera fideos al fileto, para no complicarla mucho.
En definitiva esta vez, esta cena, no terminaría en un adiós nos volveremos a ver, ella tenía muy claro que quería, y sabia que una vez que la mesa estuviera servida se lo fagocitaría, disfrutándolo, despacio, caliente y calmado.
El decidió pedir chop suey, ella asintió, sabia como hacerlo y tenia los ingredientes necesarios para que el terminara muerto de amor, que era básicamente lo que buscaba.
Acordaron encontrarse en la casa de ella, el viernes, a las 10 de la noche, también resolvieron que no habría helado esta vez, hacia frío, ninguno de los dos deseaba sentirlo, necesitaban sentir el calor de ellos, el de sus alientos, habían determinado que nada los frenaría, ella lo tenía más decidido que el. Había conseguido que él se regodeara en la espera, casi que deseaba que nunca lo besara, deseaba no besarla nunca, pero al mismo tiempo sentía que sus cuerpos tenían una especie de imán, bailaban una danza maravillosa, se acercaban y se alejaban, temblaban solo de saberse uno frente al otro, era tan extraño y extremo, daba miedo y ansiedad.
Siendo las ocho y media de la noche decidió entrar a la ducha, su baño fue delicado y cuidadoso, como si preparara el cuerpo para una batalla, era su arma y estaba poniéndola a punto, le dedico especial atención a su pene, jugó con él, lo probo y pudo ver que funcionaba, se erguía derecho, duro y caliente, como a él le gustaba, no siguió, guardaba toda esa intensidad para ella, deseaba que no fallara, prefería esperar y eso lo excitaba mas, no entendía como esta mujer podía hacerlo esperar así.
Ella tomo un baño de inmersión, necesitaba estar calma, gozaba con estos encuentros, no podía ni quería fallar, cerro sus ojos, paso la esponja por su cuello, lo masajeo un poco, luego bajo por el hombro izquierdo, levanto el brazo y paso jabón arriba y abajo, delineo la cintura y la cadera, se detuvo en la entrepierna, acaricio su clítoris, comenzó a masturbarse lento, luego más intenso y acabo, abrió los ojos, quito el tapón, prendió la ducha y se baño.
El llego puntual y ella estaba hermosa, por primera vez se había maquillado para él  y tenía puesto un  vestido, era como si le contara que lo único que deseaba hoy era ser su hembra, jugar a eso.
El también estaba esplendido, con su remera negra lisa, sus zapatillas bajas de lona y su jean recto, ella pensó que era trascendental que un hombre tuviera zapatillas de lona, cinturón de tachas y jeans rectos, que el dejado, el rocker, eso era lo que a ella más le calentaba de un tipo. El tenia un perfume maravilloso y lo repartía por la casa sin ningún problema, ella podía verlo y desear comerse a ese tipo sin chop suey de por medio, pero espero, ella sabia esperar.
El recorrió el lugar, miro los cuadros con detenimiento, en silencio, ella le abrió una cerveza y se la dio, raspando con la uña del dedo meñique el costado de su mano, deteniendo el aliento de ambos, él la miro, intensamente y ella sonrió. El fue franco, tomo su mano y la poso en su pecho, sentía que su corazón galopaba y no podía tenerla más cerca y no tocarla. Entonces ella lo beso, y él supo que no había tenido en su vida registro de una explosión tal, era adolescente, extravagante, excitante, interesante.
Necesitó separarla y observarla, mirar sus ojos, entender por qué estaba en ese estado. Hay un dicho que dice al ver veras, y el vio algo en esa mirada, que le dio escalofríos, sintió temor.
Ella lo invito a la mesa, y el accedió, en un decantador un vino tinto soberbio regalaba su aroma y su cuerpo, la botella era elegante, las copas también, ella le sirvió una, dejo la botella en la mesa y se acerco al reproductor para poner Wrong de depeche mode.
Sin mucho preámbulo, tomo una botella de agua de la heladera, la abrió y por el pasa platos le ofreció un brindis, en honor a ellos, y a esta cena, el brindó y sintió que esto nunca más en la vida le iba a pasar, quería detener el tiempo, era feliz, estaba caliente, y ella se redoblaba permanentemente.
El la miraba moverse y no entendía como había llegado ahí, como podía ser que le pasara esto, ella le acerco un porro, él le dio dos bocanadas, ella se reía frenéticamente, el volvió a sentir miedo, la vista opacada, mareos, y luego nada.
Ella tiro el vino al lavabo, tomo la cuchilla y pensó la cena está servida.



20 de marzo de 2010

Un gordo de mierda

Lo tomo de la manija de la mochila, lo zamarreo en el aire, se lo llevo a la boca, balbuceo entre dientes algo y lo soltó.
El niño de no mas de diez años, gordito, rosadito, y con un alfajor en su mano semiderretido la miró con una mezcla de sorpresa y terror, tomándose con una mano por los pasamanos de los asientos del colectivo caminó lentamente y con mucho cuidado llego al fondo, ante la mirada de los pasajeros, que nada hicieron para defenderlo. Recordaba una y otra vez el pequeño dialogo que tuvieron, se imaginaba lo que debería haber respondido y no logro responder, estaba como ausente del lugar y tiempo, un escalofrío recorría su espalda y no entendía muy bien que había pasado.
- ¿Estas bien?, te pusiste pálido.- pregunto una mujer que viajaba a su lado.
- Si, es que me asusto la mujer ésta- contesto.
- ¿ Qué te dijo?, necesitas que te acompañe.-
- No, no.
Terminó de comer el alfajor, mirando de refilón a la mujer que viajaba en medio del colectivo, tenía miedo, pero pensaba que nada malo le podía pasar.
Se sentó en un asiento que se desocupo y ya mirando al frente pudo divisar los ojos de la mujer apuntándole fijo a los de él.
- Gordo de mierda- le balbuceo ella haciendo mueca con los labios.
Caminó lentamente hasta donde estaba sentado el chico, y con el taco de la bota le arruino el dedo gordo del pie, él gritó, pero automáticamente ella siguió hasta la puerta trasera, la gente no miro.
Un señor que bajaba le pregunto a la mujer si ella también lo hacia, el niño escucho detrás de él la voz de la mujer diciéndole que si, y acto seguido se escucho el timbre sonando, luego silencio.
El niño se sintió aliviado, tomó de la mochila que aun llevaba en su espalda otro alfajor, estaba mejor, se terminó de desabrochar el guardapolvos y sin querer con el codo golpeó al señor que tenía sentado al lado que iba durmiendo, pidió disculpas, el señor lo miro con enojo.
Se paro, bajaba en la próxima, al dar media vuelta descubrió que la mujer nunca se había bajado.
- Bajas- le pregunto.
- Pero yo escuche que uds. bajaba- le grito el niño en la cara.
- Que pasa, tenes algún problemita, loquito de mierda.- le hablo en el oído.
- Si uds. baja yo me quedo acá. Me quiere hacer algo malo, ayúdenme, por favor- gritaba el chico.
- Quedate tranquilo pibe, yo me bajo con vos y te acompaño- un señor canoso que bajaba en la misma parada la miro fijamente.
El hombre se interpuso entre el niño y la mujer, el gordito toco el timbre y bajo primero, luego el hombre y por ultimo ella.
Comenzaron a caminar sin hablar, el gordo se daba vueltas muerto de miedo y veía como ella caminaba detrás de ellos marcando claramente el paso con el taco de sus botas.
- Quedate tranquilo pibe, yo estoy aca, esta mina no te toca, vos quedate al lado mio.
Faltaba una cuadra para llegar a su casa, y en una esquina la vio doblar, dejo de resonar el taco torturante, y la opresión en el pecho calmo, pudo respirar mejor, se quito la mochila del hombro derecho, y sin querer golpeo al señor, quien lo miro con enojo, pero nada le dijo.
Llegaron a la esquina de su casa, el hombre miro la puerta y dijo:
- Anda nene, de acá yo te veo.- sin despegar los ojos de la puerta, lo empujo del hombro.
- Muchas gracias, hasta luego- contesto el gordo no entendiendo muy bien que le había pasado.
Cruzo la calle, y al llegar a la vereda y dar media vuelta para saludar al señor este ya no estaba, cuando miro la puerta de su casa la vio allí, esperándolo.

1 de mayo de 2009

Quetiapina 25 mg:

Había sido una jornada agotadora, Ariatna se preparaba para acostarse, acababa de tomar una ducha y de ponerse crema meticulosamente en las piernas.
Tomó la quetiapina, y desde ese momento sabia que tenia media hora para dormirse, el medicamento haría efecto y el día terminaría.
Prendió la tele, estaba ansiosa, entonces comenzó a frotar sus rodillas para que se le pasara esa sensación de cansancio en el cuerpo, subió las manos por los muslos y acaricio su pelvis, hacía varios días que no se masturbaba, el cansancio y la libido puesta en otras cosas habían logrado que su cabeza estuviera en otro lado, comenzó a frotar su clítoris y sintió un cosquilleo agradable que le subía hasta la garganta, se dejo ir, de pronto sonó el timbre.
Se sobresalto, no esperaba a nadie, salto de la cama y corrió a la puerta.
Cuando llego pensó en que nadie había tocado el portero, osea que alguien había dejado entrar al visitante desde abajo. Comenzó a titubear en atender, solo atino a mirar por la mirilla.
Un rostro alargado por el ojo de buey se dejaba adivinar en la penumbra del pasillo, claramente aterrado, el vecino del 10 c miraba hacia los costados y volvía a posar el dedo en el timbre, Ariatna no entendía muy bien que hacia el vecino allí, pero haciéndose la tonta pregunto:
¿Quién es?
El vecino del 10 C.
Un segundo por favor- dijo Ariatna mientras se ponía la salida de cama.
Ariatna abrió la puerta y pudo ver a su vecino totalmente desencajado.
Perdón que te moleste a esta hora pero la señora del quinto A es esquizofrénica, no sé si lo sabías.
No la verdad es que no tenía idea, tampoco hablo mucho con ella, aunque ahora que lo menciona la última vez que pase con el ascensor por el 5 piso se detuvo, y entro una enfermera, pero pensé que era alguna persona que atendía a un anciano de ese piso.
No, es la enfermera que se mudo al quinto D.
Ah, bueno, la verdad es que no sabía. Entonces qué pasa con esta señora.
Bueno, la mujer esta sin tomar la medicación, es que el hijo se ocupa de ella y hace unos días que no lo vemos. Parece que no está tomando los remedios y está más loca que nunca, el tema es que agarro a la vecina del D y la tiene encerrada en su casa, la señora del D grita y llora y yo no sé qué hacer.
Llame a la policía.- respondió con cara de yo no fui.
Es que esta mujer rompió la caja de teléfonos de la terraza, y yo no tengo celular.
Bueno, salga a la calle y llame de un público, yo tengo celular, pero no tengo créditos.
Esta mujer paso la llave de entrada al edificio y con una pinza la partió, no hay forma de salir de aquí, excepto por el balcón de su departamento que es el más bajo, y que si me tiro no me muero.
Ariatna abrió los ojos grandes como los de un búho y haciendo mueca con la cabeza en señal de no comprensión le dijo:
Mire me parece una locura lo que me está contando, esa mujer tiene que poder recapacitar, vamos hasta el quinto a hablar con ella.
No entiende, está loca, y tengo miedo que termine matando a la vecina.
Pero que dice hombre, venga conmigo.
Al llegar al piso de la Sra. Se escuchaban los gritos de la vecina secuestrada.
Sin muchas vueltas, y sabiendo que la quetiapina estaba haciendo efecto, toco la puerta de la mujer y dijo:
Sra. Soy Ariatna, su vecina del primero, perdone que la moleste a estas horas pero necesito charlar un segundito con usted.- miro al hombre que la miraba estupefacto por el grado de tranquilidad con que hablaba a la loca de atar.
No quiero hablar con nadie, vallase por su bien.- se escucho de adentro, mientras los gritos de la vecina secuestrada no paraban de resonar en el pasillo de mármol.
Sra. Estamos preocupados por usted, necesita dinero, yo se lo doy para los remedios. Pero abra la puerta así la ayudamos y deje a la vecina que pobre no tiene la culpa de lo que a usted le pasa.
Escúcheme, se piensa que yo no trate ya de ser cortez con esta mujer, para esta ayuda era mejor esperar que mate a la vecina, no le parece.- el Sr. La miro con cara de enojo y asombro.
Entonces se abrió la puerta, lentamente una mujer asomo su nariz, y solo dijo pasen.
El departamento estaba destruido, era como si una topadora hubiera pasado por allí, todas las paredes estaban manchadas de comida, el olor del lugar era putrefacto, había materia fecal por el suelo y un perro ciego tirado en una alfombra apolillada emanaba un vaho desagradable.
La vecina en una silla mecedora, y la loca con un tramontina comía queso y dejaba caer la cascara en el lomo del perro.
Mire yo estoy un poco adormecida, la realidad es que no doy más, tuve un día tremendo de trabajo y estoy bajo los efectos de un somnífero, le voy a pedir que sea tan amable de soltar a esta mujer y de- la puerta del departamento se cerró con furia, Ariatna se dio media vuelta y vio al vecino del decimo mirarla con los ojos encendidos en furia.
Abra esa puerta ahora- le dijo al hombre- no se da cuenta que la mujer esta comprendiendo.
De pronto el perro se paro y se acerco a los pies de ella, olio sus piernas con aroma a coco y mostro los dientes, la dueña de casa le grito y el perro otra vez se hecho en la alfombra.
Se quien sos, siempre me pareciste interesante, te vengo viendo desde que te mudaste a este edificio y me pregunto, ¿a qué te dedicas?
Soy odontóloga, como mi padre, es herencia de familia.
Sabes que a mí me gustan los odontólogos.- le dijo la mujer mientras tiraba otra cascarita de queso al lomo del perro.- mira que linda dentadura tengo, no es cierto que tengo linda dentadura- le hablo a alguien que su imaginación le hacía ver a su derecha.- Contestame.- grito a ese mismo ser imaginario- La puta que te parioooooooooooooo- y de un solo giro de muñeca tiro el tramontina contra la pared.
Por favor, no se ponga nerviosa- algo en el ambiente le decía que ella estaba en peligro, pero no solo por esta mujer descolocada.
Mire- dijo Ariatna- hagamos una cosa, llamemos a su hijo así de esa manera él le viene a dar una mano con el temita este de su dentadura y sus remedios, quiere.
Mi hijo está en la cocina, el no me quiere ayudar más, me lo dijo hace un rato.
Ariatna se acerco a la cocina lentamente sin sacarle los ojos de encima a la mujer y al vecino, y pudo ver que sentado en una silla frente a una mesa enorme de madera estaba el cadáver de un hombre de unos 40 años, en tonos verdes, con los ojos abiertos y perdidos.
De pronto la mujer de la silla mecedora se paro como si nada, y la tomo de los brazos, entonces el hombre le levanto la falda y, corriendo su bombacha, le metió un dedo en la vagina, lo saco y se lo dio a lamer a la mujer.
Ariatna no tenía fuerzas para gritar, no tenía fuerzas para moverse, la quetiapina ya había hecho efecto.

30 de abril de 2009

Un cuento depre:

Un cuento depre:

Ese día me levante cansada de vivir.
Decidí no llamar a Salvador, es que no siempre me ayuda con mis depresiones. Pensé que lo mejor sería esperar que se me pasara mirando un programa de televisión sin mucho contenido, pero la nena estaba insoportable, y yo irascible.
Cuando estoy asi la solución es hacer una torta, de las de caja, cosa que no me lleve mucha atención.
Puse a Luna en el cochecito y me dispuse a ir al supermercado. Necesitábamos cambiar de estado. A Luna le encanta salir a pasear, cuando la meto en el cochecito se calma, es claro que después de un tiempo de haberse levantado de dormir , se aburre dentro de casa.
No es fácil criar a un hijo sola, a veces quiero estar tirada, triste, llorar, y no puedo. Por otro lado si lo cuento me dicen “pero tenes una hija hermosa”, y sí, tengo una hija hermosa, pero que mierda tiene que ver. También tenía una vida hermosa, y una libertad hermosa.
Salude al de seguridad al llegar a planta baja, camine hasta la esquina y decidi ir al chino de la vuelta, un señor muy amable colaboro para entrar el cochecito, odie al chino que no hizo rampa, odio ser cordial y poner una sonrisa cuando estoy depre.
Caminaba por las góndolas pensando todo esto cuando de repente escuche un grito, era mi hija que con su dedo señalaba un paquete de galletitas, se lo di para que lo llevara en la mano, tome todo lo necesario para mi torta y me dirigi a la caja.
Luna gritaba, quería bajar del cochecito, nadie se daba vuelta y me ofrecia su lugar, y la verdad es que en mi espalda sentía una tonelada de angustia que no me bancaba mas.
Luna era una beba increíble, tranquila, inteligente. Era un ser que me hacia viajar permanentemente hacia otra dimensión, y a su vez era quien me había bajado a la tierra.
Había sido engendrada después de una fiesta que empezó un sábado y termino un jueves.
Hoy no se de quien es hija, porque es hija solo mía, y fue una elección personal tenerla, con mucho miedo de no saber si ella seria enferma o no, con mucho miedo de no saber qué le voy a decir cuando me haga preguntas, y con mucho miedo y vergüenza de haber enfrentado a todos para que naciera. Hoy ella es mi familia, tenemos una relación súper privada y cerrada, creo que es eso lo que hace que por momentos me sienta ahogada.
Salimos del super, camine al sol un poco, mirando la cara de la gente pasar, pensando que de alguna manera esas caras no me daban tranquilidad, no me transmitían alegría, la gente tambien estaba mal.
Entre tantos ojos y bocas que pasaban, unos celestes como el cielo se conectaron con los mios, logrando ponerme nerviosa, era un hombre de unos 40 años, interesante, tenia unos ojos maravillosos.
Hace dos años que no sostengo relación alguna con un hombre, cuando Luna nació estuvo enferma, y le dedique gran parte de mis horas a su recuperación, olvidando la mía.
Un día mire el espejo y vi a una matrona que no conocía, detrás de toda esa grasa y esas tetas lechosas estaba yo, una mujer imponente que se había escondido para poder ser mama.
Por momentos me siento orgullosa de mi misma, y por momentos me detesto, hoy es uno de esos días, siento que fui egoísta con las dos.
Pasamos por una vidriería y ella me miro en un espejo, detrás del chupete emitió una sonrisa, una mirada cómplice, la mire con los ojos llenos de lagrimas y sonreí. Sabía que ella entendía más de lo que yo pensaba.
El viento frio te golpeaba en la cara, era un día gris de otoño.
Al llegar al departamento deje un segundo el cochecito, quería pedirle al de seguridad que me diera una mano con las bolsas.
El golpe fue ensordecedor, cuando me di vuelta pude ver el final de mi vida.

4 de septiembre de 2008

Justa

(Suena el teléfono en casa de Justa).
- Hola.
- Habla la Marce, tengo un bardo.
- Hola Marce, que pasó….
- El Carlos parece que le pego un puntazo al chileno y se escondió en algún lado. Acá en el barrio lo buscan, parece que el chileno esta grave.
- Pero como puede ser, le dije a ese boludo que lo tuviera lejos, y ahora mira en el quilombo que se metió, lo van a bajar.
- El tema es que yo tengo miedo que me vengan a buscar a mí.
- Bueno quédate tranca, ahora veo como te arreglo el asunto, que chabón de mierda este, siempre igual. Y ahora que le paso, por que se la dio al chileno.
- No se dice que el otro día hicieron una movida y que el chileno le cago parte del asunto.
Estuvo de gira un par de días, el tarado se persigue y empieza a cizañarse, que se yo Justa, la verdad es que me chupa la cajeta entera.
- Quedate tranquila yo te arreglo el tema.
- Dale, llamame en cuanto tengas todo liso.
- Dale, quedate guardada, no salgas para nada, tamo.
- Si, chau.
- Chau.
Justa era una mujer aguerrida, de muy pocas pulgas, manejaba los prostíbulos y la falopa de la mitad del barrio de Barracas, era una matrona, en sus épocas de moza había sido una de las prostitutas más caras de la zona, se decía que ella era la puta preferida del Gral. Y que los contactos y las influencias le habían quedado de esa época, sabía mucho y tenía mucho código.
Era madraza, cuidaba a sus chicas como oro, y cuando alguna tenía problemas con algún chongo que se hacia el boludo, los hacía bajar, no tenía muchas vueltas.
La cana la respetaba, el comisario del barrio nunca había tenido problemas con sus chicas, nunca había tenido quilombos con sus punteros, todo lo manejaba con mucho profesionalismo, nada de puterios.
El Carlos era su único hijo, un pelotudazo, lo habían criado las putas, y así estaba, mimado de más, cuidado de más, siempre con alguna que le daba con los gustos, lo habían convertido en un tarado, culo veía culo tenia, y encima se cortaba solo y se manejaba con gente con la que Justa nunca se hubiera manejado.
Sentía cierta impunidad porque sabía que su mama levantaba un dedo y lo sacaba de los quilombos, pero esta vez era más complejo, el chileno era el hijo del capo de la boca, y el asunto era entre capos.
La Justa sabia que de esta no lo sacaba vivo, y sabia también que si lo quería sacar vivo tendría que pagar ella.
Tomo la 32 de la mesa de luz, la cargo con paciencia y respeto, se la colgó en la cintura y salió a la vereda, le dio un beso a su madre que estaba tomando fresco en la puerta con el perro y le dijo:
- Vieja, me voy a hacer una recorrida por el barrio y vuelvo.
- Bueno nena, tene cuidado, si lo ves al nene decile que venga que esta noche le hago ravioles de ceso.
- Dale vieja, bendecime que me voy a laburar.
- Dios te bendiga hija, te amo.
- Yo también vieja.- a Justa se le llenaron los ojos de lagrimas, sabía que hasta ese día se había roto el culo, literalmente, para que su mama sea lo más feliz posible, y hoy sabia que la iba a hacer sufrir, no lo resistía.
Camino a paso firme por Brasil, sabía que el boludo de su hijo iba a ir a parar al bar donde ella tenía su oficina, porque allí ella lo iría a buscar seguro, así que se dirigió directo , mientras pasaba por las calles de su barrio, saludando a los vecinos que la veían pasar, entre enojada y dolorida, sabiendo que el único ser humano que la ponía así era el Carlos, recordaba todo lo que había hecho para llegar a donde había llegado, recordaba todo lo que había resignado por estar en el lugar donde debería estar un tipo, la personalidad que había tenido que adquirir para hacerse cargo del bodoque.
Sintió que era el final, recordó el día que su papa la hecho de su casa porque se había acostado con un tipo por guita, para darle de comer a su mama, lo que la basureo ese hijo de puta, borracho de mierda, que lo hizo boleta y lo mando hacer comida para un chiquero de la villa de la Isla Maciel.
Recordó cuando se entero que estaba embarazada del Carlos, que no tenía un mango y no tenía idea de quién era el padre, de cómo cobro durante los últimos tres meses tres veces más de lo que cobraba porque le pedían coger con la embarazada, y como con esa guita le pudo comprar la cuna y las sabanas de Pier Cardin.
Como se había matado laburando para que al pendejo no le falte nada, no había ni tomado merca y de esa manera no cortarle la teta, había hecho tantas cosas por él, y hoy tenía que ir a buscarlo para matarlo.
Llego a la cuadra del bar y vio que en la puerta estaba la cana, era normal, cada tanto los muchachos venían a tomarse algo y buscar la recaudación de los negocios, arreglos con el comisario que Justa respetaba a rajatabla.
- ¿Hola mama, como esta?, mire acá tenemos un asunto- saludo uno de los policías que estaba en la puerta.
- Hola negro, como estas vos, ¿qué pasa?-respondió.
- Mire Justina, usted ya sabe lo que hizo su hijo con el chileno, lo peor no es el chileno ese que de ultima el comi se lo arregla, el tema es que el Carlos mientras salió corriendo para que no lo maten atropello con la moto al nieto del comi de tres añitos y lo mato.
A Justina se le helo la sangre, su hijo nunca había matado a un menor, mucho menos a un bebe, esto era la peor noticia que le podían haber dado.
- A mi hijo lo tienen, lo encontraron.
- Si, lo tiene el comi en la seccional. Pero vio que….
- No me digas nada, quedate piola.- de un grito llamo a su mano derecha, Marlene, su pareja hacia ya seis años y le dijo.
- Amor, toma.- le entrego la 32 en la mano- hacete cargo del negocio, lo conoces igual que yo, cuida a mi vieja siempre hasta que se me muera, el Carlos y yo nos tuvimos que guardar para ella, el quilombo me lo mande yo, el Carlo nunca hizo nada, ta claro.
- Pero negra….como me pedís….
- Ta claro.- le rompió la boca de un beso- te amo Marlene, fuiste el amor de mi vida sabes. – llorando se quito la sortija que tenia grabadas sus iniciales y se la dio en la mano, luego sin forcejeos ni nada se subió sola al patrullero.
Marlene la vio irse y nunca más supo nada de ella, ni del Carlos, dicen que los tiraron al chiquero de la Isla Maciel, dicen que los tiraron al rio, dicen….

5 de agosto de 2008

EL SECUESTRO

Ella había dedicado mas tiempo del que tenia en escuchar cosas que ya no quería escuchar nunca mas, decidió que a partir de ese día seria sorda a todas las cosas que el hombre que le quitaba el sueño le contaba que no podía dejar, entre esas cosas estaba su mujer, decidió decirle todo a él, a ese amigo que durante varios años había compartido con ella cosas buenas, menos buenas y malas.
Se miró al espejo y corrigió las imperfecciones de su cara, como si él nunca la hubiese visto sin maquillaje, igualmente logro verse mucho mas hermosa, se vistió provocadora, con un escote en v profundo y unos chupines complicados, las botas por encima del pantalón, y un pañuelo de seda rojo, puesto en su cuello como por casualidad, que acariciaba su pelo y dejaba a su paso el perfume de su cuerpo.
Se miró al espejo, vió lo que deseaba ver, y con un grado de seguridad pocas veces visto en una mujer, tomo sus llaves y salió a su encuentro.
Mientras esperaba el ascensor se prendió un pucho, vio el rush en la boquilla y sonrió, hacia mucho tiempo que no se arreglaba para gustarle a alguien, se sentía flotar, y podía percibir que de su espalda emanaba halos de libido que dejaba a su paso, bajó los cinco pisos que separaban la entrada del edificio de su departamento, y luego de saludar a una vecina que justo entraba, se coloco los lentes de sol, abrió la puerta y salió.
Una capucha de arpillera se desplomo en su cabeza, le ataron las manos y le advirtieron, callada o te mato, acto seguido la subieron a un automóvil y luego de eso la nada.
Un golpe seco en la cabeza la dejo inconciente, cuando despertó estaba desnuda, atada de pies y manos a una cama, el lugar era horroroso, se veían en las paredes rasguños, sangre y señales de que ya nada seria lo mismo en su vida, si es que seguía después de este episodio poco feliz.
Chequeo su cuerpo, quería saber cual era el daño hasta ahora, no sintió nada extraño, a no ser por el dolor de cabeza, propio de semejante golpe, el resto parecía en su lugar. El olor a humedad era tremendo, pensó por que ella había terminado ahí, que había hecho, si es que había hecho algo, analizó minuciosamente la situación, ella no salía casi nunca a esa hora, esto había sido al azahar, con tanta mala suerte que justo le toco a ella, sintió que su cabeza estallaba de dolor, no quería gritar por esto de que los secuestradores la escuchen y aparezcan para violarla o matarla, pensó que si con cuidado iba tratando de desatarse lograría escapar, pero era imposible, tenia hecho unos nudos que a medida que ella tiraba se ajustaban mas.
No escuchaba ruidos, en donde estaba había un silencio sepulcral, pensó en su declaración de amor, ella quería ver a ese chico y termino así, no lo podía creer, pensó en la mala leche que tenia en reglas generales en la vida, que siempre que quería algo le pasaba otra cosa, imagino a su amigo esperándola en el bar donde lo había citado, puso en práctica la regla de atracción y se vio en un bar con el. Ella lo miró a los ojos y le dijo todo con su pie por debajo de la mesa, el se sobresalto y la miró fijo, ella solamente se quito el pañuelo del cuello y lo apoyó sobre el respaldo de la silla de madera, luego lo miro y se hizo un nudo con el pelo, a la manera de un rodetón, dejando ver su cuello limpio, el le miro los labios y le dijo, “me estas calentando”…, ella le contesto “ de eso se trata”…., el se paro de la silla, estaba al palo, dio la vuelta alrededor de la mesa y le rompió la boca de un beso.
Se había calentado, y lo peor es que estaba mojada, si sus secuestradores venían se iban a dar cuenta, quería matarse por haber pensado en la puta ley, odió haber decidido ese día para que todo lo que ella soñaba pasara, lloró hasta que sus ojos se cerraron de dolor y se durmió.
Despertó en la misma posición, nadie había pasado por allí, no tenia noción del tiempo, tenia acalambrados los brazos y las piernas, imaginó que le traerían agua o comida, que ella les preguntaría que querían, que les contaría que tenia guardado solamente trescientos dólares en la cajita de metal que estaba donde guarda la ropa interior, que podían llamar a su amigo que tenia plata y el les daría, imagino que les pedirían que no la violen, ella tenia terror de ser violada.
Pensó que él la vendría a buscar, que seguramente como ella no apareció, la había llamado al celular, al no atender la habría ido a buscar y al no encontrarla habría dado parte a la policía, seguramente la vendrían a buscar en cualquier momento.
Imagino que con todo esto que estaba pasándole el se conmovería y dejaría rápidamente a su esposa, que de seguro desearía ayudarla, y mas cuando supiera que ella estaba enamorada de el, que ella había salido de su casa para ir a decirle todo a él.
Estaba segura que convencería a los secuestradores que no la maten, que algo de lo que ella tenia seguramente a ellos les serviría, decidió que cuando escuchara abrir la puerta cerraría los ojos, no los vería nunca, porque de esa manera si venían sin algo en la cara para taparse, no la tendrían que matar por haberlos visto, además seria obediente, haría todo lo que ellos le pidan, de tanto pensar empezó a faltarle el aire, trato de relajarse pero fue complicado.
En varios días nadie apareció, ella siguió allí, atada, hasta que un día casi inconciente, deshidratada, cagada y meada encima, decidió dejarse morir.
Unas horas mas tarde la policía la encontró, muerta.
Al día siguiente los titulares de los diarios decían, “se encontró la chica desaparecida hace 25 días en el barrio de Boedo…., la policía investiga el caso del secuestro de la joven, nadie sabe por que los secuestradores la abandonaron….”.

2 de julio de 2008

ESO TAMPOCO ME GUSTA

Karen es peluquera, de chiquita siempre fue muy coqueta, tenia el pelo corte carré pero se había colocado extensiones largas por la cintura color rojo que hacían juego con sus uña esculpidas larguisimas. Siempre se pinta la cara y todo el tiempo se retoca la mejilla derecha, como si nunca le quedara como ella quiere. Esta casada con Armando, el es plomero y solamente la vio sin maquillaje el día que le operaron los juanetes.
Ese día fue revelador para la pareja, ella actuó todo el tiempo como si nada nuevo o grave pasara, pero en realidad fue terrible para Armando verla así.
Sus amigos siempre habían visto a su mujer como un camión, y hoy el se daba cuenta que era un camión estrolado, tenia la cara arrugada como papiro egipcio, las patas de gallo se las pateaba y los labios parecían el culo de un mandril de por lo menos cien años, Armando no la pudo ver mas con los ojos de antes, verla toda maquillada era como ver la viva estafa de su vida marital, sentía que había vivido veinte años con una desconocida, con la cara de una desconocida.
Entonces se perdió en el alcohol, se dejo llevar por las drogas duras, no volvía a su casa, pasaban tres días y de Armando no se sabia nada, Karen lo buscaba por los puteríos del barrio y siempre lo traía pasado de todo, con la bragueta abierta y meado, era tremendo porque Karen no entendía que le había pasado a su esposo. Las clientas comentaban por lo bajo, elucubraban que en realidad era ella la que andaba con un amigo de él, y que él se había enterado, y que ella era una hija de puta que le cagaba la vida; pero cuando Karen entraba al salón nadie decía nada, todas le sonreían.
Para Armando la cosa era terrible, no podía vivir con la imagen del mandril, soñaba y tenia pesadillas en las cuales un podólogo reía a carcajadas y le cortaba las bolsas de los ojos a su mujer, y ella con sus ojitos ensangrentados le pedía que se la chupe, tremendo, pobre hombre no tenia paz.
Ella no entendía que había pasado, y comenzó a recapitular su vida, descubrió que todo su problema había empezado el día de la operación de juanetes, él no la iba a acompañar, pero a último momento decidió hacerlo, empezó a sospechar que alguien le había llenado la cabeza, pensó que Marta, la tarotista del barrio era cliente de Armando, y supuso que quizás había sido ella la que había hecho un trabajo para que su marido termine así. Tambien podria haberle dicho que ella y el podologo mantenian una relacion oculta, solo para cagarle el marido, todo por envidia porque Marta era separada.
Decidió investigar, pidió un turno en lo de Marta, y allá fue a encontrarse unos días mas tarde.
Mientras tanto Armando empezó a buscar una manera de suicidarse, no podía vivir mas así, cada vez que entraba en el baño para vomitar después de una noche de resaca veía la pupa en el lavabo y se quería cortar las venas con el espejito del rubor, comenzó a odiar al fabricante de Angel Face, Avon, Miss Ylang Maybelline, Natura y todas las marcas de cosméticos que iba encontrando a su paso, era tal la frustración y el engaño que llego a pensar en contratar a un abogado y hacerles juicios a todos por cómplices.
Marta le tiró las cartas, le dijo que veía la muerte alrededor de Armando, que él había descubierto algo terrible y que no quería vivir mas, pero que no veía trabajo alguno, que en realidad veía en él una gran decepción, le recomendó que trate de mostrarse alegre y que se arregle mucho , que no se deje estar por nada porque él admiraba su hermosura, y ese era el remedio para él, su amor y su belleza.
Le cobró treinta pesos y la mando a su casa, ella quedó satisfecha, sus sospechas no estaban fundadas en nada cierto, confió en Marta y le hizo caso.
Se fue tranquila, paso por la lencería de Marieta y se compro una tanga nueva, luego fue a la peluquería pero no abrió, se quedo allí y se hizo el brushing, se friso las extensiones y se maquillo los ojos de color azul eléctrico, los labios de un rojo carmín y los pómulos los levanto con rosado intenso, parecía Madonna, sonrió al ver el resultado, pensaba en Armando, su príncipe azul, ella lo había conquistado cuando eran muy jóvenes y hoy lo volvería a hacer.
Salió de la peluquería y recorrió las dos cuadras a paso rápido pero prudente, llevaba unos tacos altísimos y no quería trastabillar, cuando llegaba al edificio vió a la policía, las vecinas en ronda la miraban con descontento, se paralizo, y no pudo mas que correr para ver a su esposo moribundo en el piso de la entrada del edificio.
La miro y le hizo seña para que se acercara a él, solo dijo cuatro palabras a su oído, ESO TAMPOCO ME GUSTA.