1 de mayo de 2009

Quetiapina 25 mg:

Había sido una jornada agotadora, Ariatna se preparaba para acostarse, acababa de tomar una ducha y de ponerse crema meticulosamente en las piernas.
Tomó la quetiapina, y desde ese momento sabia que tenia media hora para dormirse, el medicamento haría efecto y el día terminaría.
Prendió la tele, estaba ansiosa, entonces comenzó a frotar sus rodillas para que se le pasara esa sensación de cansancio en el cuerpo, subió las manos por los muslos y acaricio su pelvis, hacía varios días que no se masturbaba, el cansancio y la libido puesta en otras cosas habían logrado que su cabeza estuviera en otro lado, comenzó a frotar su clítoris y sintió un cosquilleo agradable que le subía hasta la garganta, se dejo ir, de pronto sonó el timbre.
Se sobresalto, no esperaba a nadie, salto de la cama y corrió a la puerta.
Cuando llego pensó en que nadie había tocado el portero, osea que alguien había dejado entrar al visitante desde abajo. Comenzó a titubear en atender, solo atino a mirar por la mirilla.
Un rostro alargado por el ojo de buey se dejaba adivinar en la penumbra del pasillo, claramente aterrado, el vecino del 10 c miraba hacia los costados y volvía a posar el dedo en el timbre, Ariatna no entendía muy bien que hacia el vecino allí, pero haciéndose la tonta pregunto:
¿Quién es?
El vecino del 10 C.
Un segundo por favor- dijo Ariatna mientras se ponía la salida de cama.
Ariatna abrió la puerta y pudo ver a su vecino totalmente desencajado.
Perdón que te moleste a esta hora pero la señora del quinto A es esquizofrénica, no sé si lo sabías.
No la verdad es que no tenía idea, tampoco hablo mucho con ella, aunque ahora que lo menciona la última vez que pase con el ascensor por el 5 piso se detuvo, y entro una enfermera, pero pensé que era alguna persona que atendía a un anciano de ese piso.
No, es la enfermera que se mudo al quinto D.
Ah, bueno, la verdad es que no sabía. Entonces qué pasa con esta señora.
Bueno, la mujer esta sin tomar la medicación, es que el hijo se ocupa de ella y hace unos días que no lo vemos. Parece que no está tomando los remedios y está más loca que nunca, el tema es que agarro a la vecina del D y la tiene encerrada en su casa, la señora del D grita y llora y yo no sé qué hacer.
Llame a la policía.- respondió con cara de yo no fui.
Es que esta mujer rompió la caja de teléfonos de la terraza, y yo no tengo celular.
Bueno, salga a la calle y llame de un público, yo tengo celular, pero no tengo créditos.
Esta mujer paso la llave de entrada al edificio y con una pinza la partió, no hay forma de salir de aquí, excepto por el balcón de su departamento que es el más bajo, y que si me tiro no me muero.
Ariatna abrió los ojos grandes como los de un búho y haciendo mueca con la cabeza en señal de no comprensión le dijo:
Mire me parece una locura lo que me está contando, esa mujer tiene que poder recapacitar, vamos hasta el quinto a hablar con ella.
No entiende, está loca, y tengo miedo que termine matando a la vecina.
Pero que dice hombre, venga conmigo.
Al llegar al piso de la Sra. Se escuchaban los gritos de la vecina secuestrada.
Sin muchas vueltas, y sabiendo que la quetiapina estaba haciendo efecto, toco la puerta de la mujer y dijo:
Sra. Soy Ariatna, su vecina del primero, perdone que la moleste a estas horas pero necesito charlar un segundito con usted.- miro al hombre que la miraba estupefacto por el grado de tranquilidad con que hablaba a la loca de atar.
No quiero hablar con nadie, vallase por su bien.- se escucho de adentro, mientras los gritos de la vecina secuestrada no paraban de resonar en el pasillo de mármol.
Sra. Estamos preocupados por usted, necesita dinero, yo se lo doy para los remedios. Pero abra la puerta así la ayudamos y deje a la vecina que pobre no tiene la culpa de lo que a usted le pasa.
Escúcheme, se piensa que yo no trate ya de ser cortez con esta mujer, para esta ayuda era mejor esperar que mate a la vecina, no le parece.- el Sr. La miro con cara de enojo y asombro.
Entonces se abrió la puerta, lentamente una mujer asomo su nariz, y solo dijo pasen.
El departamento estaba destruido, era como si una topadora hubiera pasado por allí, todas las paredes estaban manchadas de comida, el olor del lugar era putrefacto, había materia fecal por el suelo y un perro ciego tirado en una alfombra apolillada emanaba un vaho desagradable.
La vecina en una silla mecedora, y la loca con un tramontina comía queso y dejaba caer la cascara en el lomo del perro.
Mire yo estoy un poco adormecida, la realidad es que no doy más, tuve un día tremendo de trabajo y estoy bajo los efectos de un somnífero, le voy a pedir que sea tan amable de soltar a esta mujer y de- la puerta del departamento se cerró con furia, Ariatna se dio media vuelta y vio al vecino del decimo mirarla con los ojos encendidos en furia.
Abra esa puerta ahora- le dijo al hombre- no se da cuenta que la mujer esta comprendiendo.
De pronto el perro se paro y se acerco a los pies de ella, olio sus piernas con aroma a coco y mostro los dientes, la dueña de casa le grito y el perro otra vez se hecho en la alfombra.
Se quien sos, siempre me pareciste interesante, te vengo viendo desde que te mudaste a este edificio y me pregunto, ¿a qué te dedicas?
Soy odontóloga, como mi padre, es herencia de familia.
Sabes que a mí me gustan los odontólogos.- le dijo la mujer mientras tiraba otra cascarita de queso al lomo del perro.- mira que linda dentadura tengo, no es cierto que tengo linda dentadura- le hablo a alguien que su imaginación le hacía ver a su derecha.- Contestame.- grito a ese mismo ser imaginario- La puta que te parioooooooooooooo- y de un solo giro de muñeca tiro el tramontina contra la pared.
Por favor, no se ponga nerviosa- algo en el ambiente le decía que ella estaba en peligro, pero no solo por esta mujer descolocada.
Mire- dijo Ariatna- hagamos una cosa, llamemos a su hijo así de esa manera él le viene a dar una mano con el temita este de su dentadura y sus remedios, quiere.
Mi hijo está en la cocina, el no me quiere ayudar más, me lo dijo hace un rato.
Ariatna se acerco a la cocina lentamente sin sacarle los ojos de encima a la mujer y al vecino, y pudo ver que sentado en una silla frente a una mesa enorme de madera estaba el cadáver de un hombre de unos 40 años, en tonos verdes, con los ojos abiertos y perdidos.
De pronto la mujer de la silla mecedora se paro como si nada, y la tomo de los brazos, entonces el hombre le levanto la falda y, corriendo su bombacha, le metió un dedo en la vagina, lo saco y se lo dio a lamer a la mujer.
Ariatna no tenía fuerzas para gritar, no tenía fuerzas para moverse, la quetiapina ya había hecho efecto.

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